Archive for category Sexualidad

Las razones de un Nobel: Dylan, Roth y Trump

Los premios Nobel de la paz y de literatura suelen llevar mensaje. No sólo se trata de premiar a quien tiene mérito, sino de afirmar algo. Por eso, más que preguntarme por los méritos de Bob Dylan, me pregunto por lo que quiere decir (o no decir) la Academia Sueca al otorgar este premio a Bob Dylan, en lugar de otros escritores estadounidenses muy reconocidos.

En particular, pienso que el candidato lógico era Philip Roth, de 83 años, a quien muchos consideran el mejor escritor vivo de aquel país. Es grande como escritor y es grande de edad. Qué mejor que él para regresar el premio a Estados Unidos después de 23 años (Toni Morrison lo ganó en 1993).

Pero Roth tiene un problema. Ha sido acusado de misógino por más de una persona. Y ha sido defendido de esa acusación por otras tantas (sobre unas y otras, ver algunas ligas al final de esta nota al pasar). Sus personajes masculinos son tanto víctimas como victimarios de personajes femeninos y estos últimos no siempre aparecen en la mejor luz, a decir de los críticos. Tampoco los masculinos, diría yo. Las escenas sexuales intensas y confrontantes son frecuentes en sus novelas. En una de sus obras, el argumento es que un hombre se metamorfosea en un pecho femenino. ¿Se pueden tocar los temas que Roth toca sin ser misógino? Creo que sí y creo que lo ha logrado. Pero las opiniones en contrario son fuertes.

Quizá en otro momento los académicos de Suecia se la hubieran jugado. Quizá. Pero con Trump enfrente, la sospecha de misoginia situaría a la Academia en el campo de la incorrección  política, mientras que las posturas políticas que Dylan ha adoptado a lo largo de su carrera la mantienen libre de reproche. Repito, quizá en otras circunstancias se la hubieran jugado, aunque nunca se la jugaron con el genio de Borges.

En resumen, me atrevo a postular la hipótesis de que el premio a Dylan, merecido, resultó, además, oportuno gracias a la notoriedad del abusivo Trump. De cualquier manera, me alegro por Dylan. Sólo espero que Roth viva lo suficiente para que le pueda tocar un Nobel.

Algunos enlaces a críticos y defensores de Roth:

https://www.theguardian.com/commentisfree/2011/may/22/philip-roth-carmen-callil-booker

http://lilith.org/blog/2014/03/why-i-did-not-like-philip-roths-new-york-times-interview/

http://forward.com/culture/186074/philip-roth-isnt-a-misogynist-really/

http://www.slate.com/blogs/xx_factor/2013/02/26/is_philip_roth_a_misogynist_keith_gessen_says_no.html

http://www.salon.com/2013/09/21/philip_roth_inspired_my_very_feminist_sex_life/http://www.telegraph.co.uk/women/womens-life/9670062/Philip-Roths-writing-is-anything-but-misogynistic.html

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María Magdalena, el pecado y la misoginia en Semana Santa

Imagen de María Magdalena pecadora en Xico, Veracruz

Imagen de María Magdalena pecadora en Xico, Veracruz

Algunos sacerdotes, en sus sermones, siguen eligiendo a María Magdalena, identificada como la mujer adúltera del Evangelio de Juan (8, 1-11), como la muestra más patente de la capacidad de Jesús de perdonar. Esta añeja práctica continúa a pesar de que hay tantos personajes evangélicos con una conducta reprobable (Herodes, Anás y Caifás, por sólo mencionar a tres), que seguramente estuvieron entre los «que no saben lo que hacen» y a quienes Jesús otorgó el perdón en la cruz.

Ese recurso retórico, aparentemente piadoso y conmovedor, al que son sensibles muchos cristianos (no sólo sacerdotes católicos), contribuye a reforzar la falsa idea de que la mujer es la fuente y motor del pecado supuestamente más grande, el sexual. Es decir, es denigrante de la mujer. (Además, se puede objetar la consideración subyacente del placer sexual como pecaminosos en sí mismo y, por supuesto, la misma asimilación de María Magdalena con la adúltera, pues no se sostiene en los textos neotestamentarios, canónicos o apócrifos, pero eso es lo de menos, en este caso).

A ver si ya se encuentran otro ejemplito menos misógino.

Imagen de María Magdalena santa en Xico, Veracruz

Imagen de María Magdalena santa en Xico, Veracruz

 

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Tweetbalas: la discriminación cotidiana hecha visible

México es balaceado por la discriminación en Twitter. Esa es la persuasiva afirmación de un arma que dispara una bala de pintura sobre una pared con la palabra «México» cada vez que en las cuentas de Twitter mexicanas se acumulan 20 nuevos twits con una etiqueta o hashtag discriminatorios. Se trata de la instalación #tweetbalas, que se puede ver en el Museo Memoria y Tolerancia o en el sitio web tweetbalas.com (aunque, al escribir esto, la transmisión estaba suspendida).

Las etiquetas que hacen disparar a este artefacto son (según Milenio): #EsDeNacos, #Indio, #Gata, #Zorra, #EsDePobre,#EsDeChacha, #EresPuto, #ForeverSirvienta y #HuelesAIndígena. El museo, la agencia de publicidad Ogilvy, la Facultad de Mecatrónica de la UNAM y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación CONAPRED, responsables de la instalación, quieren hacer evidente que esas expresiones no son insultos triviales. Son una contribución a reforzar las situaciones de discriminación que les dan origen.

Un insulto es, en esencia, la comparación del objeto insultado con un objeto, persona o idea que el insultador (y, muy probablemente, el insultado) considera indeseable, negativo, despreciable. Cuando, por ejemplo, calificamos de cerdo a una persona cuya higiene personal nos parece inadecuada estamos diciendo que su forma de ser es similar a la de un puerco. A veces, incluso queremos decir que esa persona es, tal cual, un puerco. La eficacia de este insulto se basa en la estereotipación (obviamente infundada) de los cerdos como animales sucios. La persona que insultemos con este epíteto puede sentirse ofendido, puede considerar que la calificación que le damos es injustificada o que es una exageración o que, con independencia de su pertinencia, es agresiva. Pero no necesariamente hay discriminación. La habría si le llamamos cochino por una conducta que no es antihigiénica desde un punto de vista objetivo (y creo que en el campo de la higiene hay algunos aspectos que objetivamente son adecuados o no, como lavarse las manos después de ir al baño o antes de preparar comida, en especial comida para otros) sino que es sólo diferente a la del insultador. Ciertamente no hay discriminación contra los puercos, a pesar de que los estamos estereotipando. Se pueden discutir los derechos de los animales pero, en este momento, los dejo fuera de la discusión sobre los derechos humanos.

En cambio, si pensamos que un hombre está enfrentando una situación con miedo injustificado (al menos desde nuestro punto de vista), y por eso le decimos joto, la situación es otra. No sólo estamos usando una forma despectiva de referirse a los hombres homosexuales sino que le estamos atribuyendo de manera estereotipada a este grupo lo que consideramos un defecto (ser pusilánime). Esa expresión discrimina a los homosexuales tanto si se espeta a un heterosexual como si se le endilga a un homosexual. En este último caso, reducimos al insultado al supuesto defecto que pensamos presentan todos los homosexuales.

Otro insulto discriminatorio, quizá el menos advertido como tal y el más difundido, es llamar puta a una mujer porque su conducta o sus ideas no se ciñen a una vaga y equívoca pero férrea noción de lo que es ser mujer. Incluso es uno de los insultos preferidos cuando simplemente hay enojo con una mujer y se le quiere causar daño, aunque no se haya desviado de esa noción. El insulto es usado tanto hombres como por mujeres. Con este insulto, la discriminación ocurre, en primer lugar, porque se estereotipa a las mujeres que se dedican a la prostitución, es decir, al declarar que todas ellas son despreciables y que son despreciables del todo por su forma de ganarse la vida. En segundo lugar, se discrimina a la insultada por asimilarla a un estereotipo debido a una conducta o rasgo parcial. Pero, suele haber otro matiz discriminador, quizá el más grave. Muchos de los hombres que emiten este insulto no sólo están asimilando a la mujer que insultan al grupo de las prostitutas sino que suelen dar por hecho que todas las mujeres se merecen el calificativo o, si no se lo merecen, es porque no han tenido oportunidad o no se las ha descubierto. Hace poco un legislador nos dio una muestra de este tipo de pensamiento.

Los insultos discriminatorios comunes en todo México son más: indio, prieto, chacha, pobre. Y hay otros de alcance local o propios de ciertos grupos. Discriminan a la persona insultada y al grupo que se toma como modelo para el insulto. Hacerlos visibles no es la solución a la discriminación pero es un paso para hacernos conscientes de que los mexicanos también somos racistas, clasistas y, por supuesto, sexistas, a pesar de que tratemos de no ver.

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